El refugio de las noches efímeras, de caricias vacías y de besos fugaces. De miradas distantes buscando satisfacción urgente, tan lastimera rogando ternura y calor de un rato......
Así eran nuestras noches, así buscábamos amor. Era nuestra incapacidad, nuestra deficiencia por buscar lo verdadero. Transeúntes sin compañía y muchas veces sin destino fijo.
Era una enfermedad que se ha vuelto recurrente en muchas almas, la peste del siglo XXI.
Y ahí van sin reconocerse, cruzando miradas, desatando pasiones y con abrazos helados.....solo otra noche de alcohol y de resacas morales......
Y así fue un viernes, y un sábado.....y un jueves, y otro viernes........y mas sábados, y mas viernes, que venían como dosis recetadas para adormilar al cerebro llenándolo de endorfinas y emociones baratas......que era lo único que conocían, no se les puede culpar.
El problema es que fue rutina que los ahogo, que ya no basto y de aquellas noches ni el recuerdo tenían, quedo olvidado entre intoxicaciones y lagunas mentales.....
Y no se le puede culpar al alcohol esta vez.
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